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The Monk

I never thought I would see a Timr’pe monk outside his monastic world. He walked into the studio with his traditional cloak, looking like a tall dark mountain. He pointed to my wall of faces and sat on the bench where I put all my subjects.

Then, to my surprise, he took off his cloak, letting me see his iridescent skin. I was sure it was forbidden, “they don’t speak and never show their skin” I was told. I looked around, I knew we were alone but still…

They make a vow of silence when they are young, in a ceremony, they are given these metal-looking jaw blockers and don’t say another word for the rest of their lives. They dedicate them selfs to the service of charity and pray, never to enter in any conflict, not caring for the complex ways of other worlds, welcoming anyone in need of shelter.

That’s why Timr’pe is a good destination for refugees, and people who are hiding. I went there years ago looking for my family but had no luck. I remember trying to look through the shadow of their hoods to find only these purple light from within.

When I was finished, I showed him the picture, he took it, wrote something on the back, I didn’t recognize the language, and he waited there until he saw me adding it to the wall. Then he gave me this look, “I know” I said, he couldn’t pay me, they don’t use money. I didn’t need money, I knew that I had been granted a privilege few can find in their lives, I had seen the face of a Timr’pe monk.

El Monje

Nunca pensé que vería a un monje Timr’pe fuera de su mundo monástico. Entró al estudio con su capa tradicional, luciendo como una montaña alta y oscura. Señaló mi pared de rostros y se sentó en el banco donde ponía a todos mis sujetos.

Luego, para mi sorpresa, se quitó la capa, dejándome ver su piel iridiscente. Estaba seguro de que estaba prohibido, “no hablan y nunca muestran la piel”, me dijeron. Miré a mi alrededor, sabía que estábamos solos pero aún así …

Hacen un voto de silencio cuando son jóvenes, en una ceremonia, se les dan estos bloqueadores de mandíbula de aspecto metálico y no dicen una palabra más por el resto de sus vidas. Se dedican al servicio de la caridad y rezan, para no entrar nunca en ningún conflicto, sin preocuparse por las complejidades de otros mundos, recibiendo a cualquiera en necesidad de cobijo.

Por eso Timr’pe es un buen destino para los refugiados y las personas que se esconden. Fui hace años buscando a mi familia pero no tuve suerte. Recuerdo que intenté mirar a través de la sombra de sus capuchas para encontrar solo esta luz púrpura iluminándolas por dentro.

Cuando terminé, le mostré la foto, la tomó, escribió algo en la parte de atrás, no reconocí el idioma y esperó ahí hasta que me vio colocándola en la pared. Luego me dio esta mirada, “Lo sé”, dije, no podía pagarme, no usan dinero. No necesitaba dinero, sabía que se me había concedido un privilegio que pocos pueden encontrar en sus vidas, había visto la cara de un monje Timr’pe.